En la frontera de tu corazón me detienes,
Ansío llegar a tu tierra deseada,
La que me prometiste en lejanía,
Donde me acunes, me alimentes y ames;
Pero pones concertinas de desprecio,
Se me desangra el alma con tus miradas
Con el acero de tu lengua me rechazas
Y tu aliento de mentiras me hace llorar.
Tus tesoros; los temores a perderlos
La avaricia, tú mísera abundancia estéril,
Egoísmo del que nunca calma su sed,
Agonía del que todo lo hace oro.
Morirás vieja, rechazada, bajo caudales;
Asfixiada por el peso de tus quilates,
Entre heces de intereses del euribor
Mancillada por hambrientos de justicia.
La historia despreciará tu avidez,
En nuestra memoria serás un espectro,
Te faltó valor para defender valores,
Tu recuerdo, una línea escrita en la nada.
Y sobre tus cenizas resurgirá el hombre.
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