Me duele tu roce de acero sedoso y calido;
Me estremece
su ardor gélido.
Me abrasa tu pupila incandescente:
Me calcina
voluntad, vida y temor.
Me libera de estériles amores ensombrecidos;
Marchitados como rosas cercenadas.
Me tiñe de mortífero rejalgar la boca;
Amargando tú
recuerdo…
Me envenena el alma y resucita el cuerpo,
Me condena tu presencia a la angustia de la carne,
Al dolor de tu
distancia.
Y podrido sin tu atmósfera agobiante de sudor
Dejo que el tiempo me arañe en arrugas la piel,
Me labre
profundos surcos de tiempo,
Manche mis ojos húmedos de nostalgia evocadora,
Me empape de
salobres mares de tristeza,
Derrame desconsuelos sobre mi esperanza,
Y me deje
indefenso ante la soledad…
Con la estupida vida que me obligué a vivir sin ti
Haciéndome desear que tus caricias me rediman…,
Y no…, sin ti ni vida ni muerte existen,
Ni mismidad
eterna,
La existencia es ser en ti, para ti y contigo
Que no existe compañía de viaje, ni amigo…
Si no es tu luz la que me guíe.
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