Viniste a mí como rada en la tormenta,
Fuiste la luz en mi ceguera de muerte,
La vida en medio de mi masacre,
Una ventana cerrada me fue abierta.
Un suave roce de ángel en la llaga agusanada,
El canto del ruiseñor llamando al alba,
La amanecida lenta y fiel tras la batalla,
Sorpresa de mi indeseable naturaleza velada.
Rocío fresco sobre una vida seca y dura,
Alimento de un dios apiadado de mi muerte,
Cura de una lepra que no me dejaba verte,
Compañía inagotable derramándome ternura.
…Y te me fuiste...
Sol arrebatado por nubarrones oscuros,
Dulzura del agua envenenada de rencor,
Como viento fresco en un estío agotador,
Esperanza traicionada de amor puro.
No avisaste, solo te marchaste, con sigilo…
Como viviste, dulce, firme, insobornable,
Silenciosa como eunuco de serrallo, fiel,
Como viniste, rayo que rasgó mi destino.
Desolado, sin estrella en que fiar. Solo.
Extraviado de la vida que se me marchó,
Sin conocer lugar de reposo, regazo de paz
Perdido sin norte, errante sin rumbo.
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