Entre dos tormentas sin piedad
Por neveros y ventiscas,
Una vida sin calor, sin fuego, sin humo,
Ni humano,
Arreciando viento helado
En la cara, en el alma, en la nada;
Frío en el corazón: desamor...
Infiel mentira de llama helada
Cultivada con fervor.
Esperanzas concebidas y abortadas;
Zarandeado de deseos y angustias
Nunca me muevo de aquí.
Mí aquí. ¿No me ves?
Siempre aquí,
Que no es tú aquí. Nunca lo es,
No quieres, ya lo se.
Nunca lo será.
Dos…, o tres, o todos los que probé
Entre la tramoya revuelta de mi vida
Me han cambiado,
Escenario virgen, silencioso, apagado,
Sin moverme de aquí.
El gusano se me revuelve buscando colores
La mariposa me ruega volar
Las tormentas me sacuden
Y la cárcel no se abre.
“Aún no es tiempo”
“No es aún”
Moriré sin volar, sin sentir la brisa
Sin agitar los colores al sol
Consumiéndome sin besar el aire,
Creyendo en la vida que vendrá
Y que no vendrá.
“Aún no es tiempo” me susurran
Se fue el tiempo…, sin volar
Por temor a caer y sin poder amar
La vida que creí haber vivido,
Y solo fue un soñar esperando…
Un esperar soñando ese día de volar
Sin parar de agitar mi alas de colores
Como un arco iris de libertad
Desgarrado de autenticidad viva
De una vida de verdad.
Entre dos tormentas de hielo ardiente
Se me consumió el deseo
Se me apoderó la muerte sin dejar de respirar.
Ya se acaba la impostura.
Sigo aquí;
En mí aquí, donde nadie me encuentra,
Nadie me busca. Nadie me conoce
Ni reconoce…
Donde solo, desgañito el alma
Sin que haya oídos.
Soledad maldita
Cobardía miserable para desprecio,
Mi desprecio en mí aquí
Sin ti.
Sin él, sin ella, sin nadie.
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