Desde el sur de mi soledad inerme
Late la ausencia del deseo de lucha
Palpita el desgarro del corazón perdido
Olvidado ya, a trozos, en memorias deshiladas.
Sin perder el norte de mi determinación
Diviso cercana la hora del etéreo final
Sueño que mis cenizas borren recuerdos
Pido a Eco piedad, que nadie repita mi nombre.
Ya el ocaso tenebroso ilumina mi camino
La alegría del final presta alas de oro
Amplia sonrisa, felicidad perdida que regresa
Cuando la sima abisal me reciba iracunda.
Siento marchar sin haber besado el sol
Al que levante cada día esclavo saludaba,
Una vida, ésta vida, sin razón dilapidada
En escarceos abusivos con un Eros perdedor.
No hay margen ya para bañarme en plata
Metal líquido frío y distante como el odio
Mortecina luz de luna que ilumina desastres
Como la que termina con mi angustiosa andadura.
El vacío secuestra el aire que difícil respiro
Para asfixiarme y darme la vida inanimada
La vida que perseguí sin una triste fortuna,
La vida que se me niega y dio en locura.
Fallan las fuerzas ya menguadas, inútiles,
Me arrastro como puedo hasta el patíbulo
Ni el verdugo aprecia, mi nauseoso despojo,
La nadidad que añoro se me niega, cruel desprecio.
Cuando será el día del desnacer, deshacerse,
El día que desaparezcan asientos, registros…
Que no sea ya siquiera recuerdo de un olvido
Morir será solo condena a recuerdo, no recompensa.
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