Dices que soy inocente; dicen,
Quien no me conoce, la gente.
Dices que me conoces; como nadie.
Nadie me conoce, ni yo,
Ni tú, ni mi mente
La que cree que siempre presente
Penetra todo secreto,
El que yo le oculto, evado,
solapo
Engañándome a mí como niño
Ese que nunca creció y murió
Antes de aprender que era cariño
De padres, hermanos, mundo
Solo, oculto en si mismo
Vedado a la razón, mudo de dolor
Huérfano de luz, asilado en celda
Mazmorra de muerte sonriente
Que te perdona la vida
Día a día.
Inocente. Sarcasmo de un mito,
Confusión de educación
Con oscuros designios para el
mal,
Desesperación de la culpa sin
delito
Condena sin veredicto,
Justicia sin ley y burla del
bien.
Me duele la inocencia de unos
ojos
Desorbitados ojos que interrogan,
Manos inermes que suplican,
Lagrimas que hieren pieles;
Inocentes mejillas de desear el
mal,
Bocas secas por la sed de mis
apoyos
Extraviadas miradas de horror
Ante los buitres de negras botas
Dolor de sangre que derramo
Solo por no gritar,
Culpable del dolor eterno
En un mundo cruel y estéril
Que solo pare monstruos
lustrosos.
Y dices que soy inocente…,
Puede ser,
Cuando mi madre en su vientre,
Quizá. Quizá
Al nacer, seguramente;
Luego…, la coraza del afeite
Mirar al otro lado y fingir
Cada día mejor, sin sufrir por mentir.
No, no soy inocente,
Más lo se. Como el peor,
Y así puedo vivir, sin terminar
de morir
De asco y nausea,
Sin saber como hacer caer
Esta careta colorida
Que tanto adorna;
Tan mía que te parece inocente.
Tragedia enraizada en mi alma
En el camerino de mi noche
No hay desmaquille
Pero me se, y no me veo
En el espejo de vosotros: no soy
yo
Solo yo lo se y estoy mudo,
Y cuanto más culpable me acuso
Menos palabras me condenan;
Y más vítores me torturan.
No, nunca fui inocente.
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