Azul
limpio, profundidad pasmosa,
Inocencia
anhelante de deseo,
Ojos
grandes que interrogan vivos
¿Tú también
me deseas como yo?
Tu mirada
me hiere el alma,
Tus labios
turgentes y vibrantes,
Me
suplican, me interrogan, ¿porque?
La cobardía
paraliza el gesto.
Dejare que
te alejes, infeliz,
Aferrado a
la esperanza de verte,
Esperaré
que vuelvas, inquieto,
No volveré
a gozar, no sin ti.
Incapaz de
truncar la senda fácil,
Muerto
viviendo la convención,
Por falta
de mi coraje de amor,
Me arrastro
por mi buen nombre.
No me
esperes, no, no me sueñes,
Nunca mis
dedos rozaran tu piel,
Mis labios
ardientes anhelaran
Tu boca, tu
áspera cara, tu sexo.
Cuando la
parca misericordiosa
Con su
afilado daye cercene
El
doloroso, abyecto disimulo
Mi alma
buscará tu espíritu,
Mi deseo
encontrará el tuyo
Mi angustia
se mutará en gozo,
Tu recuerdo
se encarnará en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario