Por el lecho seco y polvoriento
Del río,Que un día condujo
Las aguas frescas
Alegres y despreocupadas de la juventud,
Saltan con descaro
Las asquerosas langostas
De viejos recuerdos indelebles
Que todo lo agostan
Dejando desolación y destrucción.
Pululan por el polvo
Escarabajos ciegos,Alimentándose de la mierda
Fruto de la pútrida anima
Que perdió la capacidad de amar.
Aquellas aguas se secaron,
Antes de aclararseDe los barros y cascotes
Arrastrados de barrancos;
De las locuras abyectas
De la poca edad.
La rebeldía callada de las injusticias
Y la soberbia de la inmortalidadTerminaron por abismar
Las aguas al pozo oscuro, infinito
De la incredulidad.
No me queda ya,
Sino el recuerdo del terco chocarContra los altos márgenes
Del cauce que siempre quise saltar,
Agotándome en el intento,
Desperdiciando la impetuosidad
De las aguas despeñadas
Nacidas de la sincera roca,
Hasta caer en la pantomima
Que voy representando en la actualidad.
Son bellísimas palabras .. pero impregnadas de una tristeza y desolación tremendas ..
ResponderEliminarUn enorme y cálido abrazo estimado poeta
La vida, a medida que desgrana los años se vuelve más aspera, más tormentosa pero con la impavidez que da el cinismo que crece como la mala hierba para defenderse de los hachazos
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