Las ojeras como vertederas
Hiriendo el campo de folios
Con profundos surcos de versos
Que trazan turbias historias
De frío, de escalofrío,
Historias reales
Crueles
Viciadas
¿Inocentes?
Bajo la luz macilenta
Amarillenta,
Sucia,
De flexo nocturno.
Horas enderezando a golpe
De auto,
De verso,
De dolor y piedad,
Los surcos torcidos de otras vidas
Otras mentiras,
Que arañan el alma
Hasta que sudas la sangre del horror.
Conciencia formada
En horas de ilusión y estudio;
Códigos, artículos y manuales
En los que tener que encorsetar
Un desamor,
Un desencuentro,
Un charco de sangre,
Coagulada
ya
De esperar venganza, que,
Como un alquimista de poema
Trasmutaras en justicia,
Desenredando la madeja
De hechos, verdades y mentiras
O peor;
Medias verdades, haciendo sumario
De unos segundos de arrebato,
Sin llegar a saber
Si tu verdad, será la verdad
O una vez más
Alguien encontrara una gatera
Donde solo quedarán unos pelos
Con los que atragantar
Tus convicciones.
No puedo sino volver a darte las gracias, querido amigo. Me imaginas en más de lo que soy, insisto. Sólo un servidor público que trabaja en las trincheras, que se desenvuelve en las cloacas del alma. Y un aprendiz de poetastro. Pero mil gracias, Pedro, de todo corazón.
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