Tiembla estupido, tiembla.
Como huérfano en el arroyo,
Como viuda en el Oriente.
Preso novato en las duchas.
Tiembla como hereje ante la hoguera,
Deshazte en lágrimas amargas;
Tú escogiste el camino,
Te sedujo el canto de la bondad,
Almizcle en tu nariz, y era maldad.
Creíste que era sol y era el sheol,
Tiembla ahora y disponte.
No es tiempo ya de misericordia,
Es tiempo de dolor…,
El que juzgaste placer,
Al que te diste mareado, reo,
El que te encadenó a este presente.
Tiembla estupido, tiembla.
Escuchas sus cantos,
El retumbar de la tierra a su crueldad,
El silencio de sepulcro a su venganza.
Al borde de tu precipicio, tiembla;
Salta o dales tu piel, la de tus hijos,
Tu memoria y alimenta a sus perros;
Sea tu hijo el pienso de sus mascotas,
Tu hija la esclava de sus lascivias.
No pienses ya y tiembla:
Su aliento fétido es el que respiras,
El llanto tu única bebida,
La música los alaridos de tu mujer.
Hubo defensa, ahora solo el salto.
Despeña temblando a los tuyos,
Luego, envuelto en tus heces salta tú
Temblando, como un estupido.
Y desaparece en sus recuerdos.
Tras de ti solo el silencio de sus gritos.
Tu temblor será su fiesta,
Cuando seas nada no sabrás de valentía.
Teñiste tus palabras de cobardía
Y el terror hizo lo demás.
Te mereciste temblar,
Te mereciste saltar;
Estaba escrito en oro
Justa recompensa a tu miseria.
Olvido,
La recompensa es el olvido.
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